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Los falsos sabios
Los caballos que viven libres se alimentan de hierba, les encanta frotarse los cuellos unos a otros, beber el agua de los ríos. Cuando se enfadan, se dan la vuelta y sueltan una coz. he ahí lo que saben hacer. He ahí sus conocimientos.
Entonces el hombre les empezó a poner arreos y los caballos aprendieron a romper el cabestrillo, a destrozar las galgas, a quebrar los bozos, a tirar los yugos; aprendieron mal. Pero no fue culpa de los caballos sino de aquel "gran sabio de los caballos" que se llamaba Bole.
Algo semejante ocurrió al hombre.
En la más remota Antigüedad, en tiempos del señor Hexu, la gente vivía en sus casas sin saber qué hacer. Hacía cosas pero no sabía bien qué. Se alimentaba contenta, se daba unas palmaditas en la tripa y se iba a dar un paseo: he ahí lo que la gente sabía hacer, he ahí sus conocimientos. Pero llegaron los sabios con sus Ritos y su Etiqueta Social y su Música, con sus escuadras y cartabones, y quisieron dar forma al hombre. Llegaron con su Solidaridad Humana y su Justicia, con sus reglas y plomadas, y quisieron controlar así los corazones. Y el hombre aprendió a amar el conocimiento y a caminar entre mil dudas y a luchar contra los hombres por la riqueza natural de los lugares. Y ya no pudo parar. Pero no fue culpa de los hombres, sino de nuestros "sabios".
Del libro:
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